Greer lleva toda su vida esperando que las puertas del convento se abran y que los McMurray vayan a buscarla al fin. Su padre la había dejado allí cuando apenas tenía dos años y su gran ilusión era regresar al clan para conocerle. Ser hija del Laird era una responsabilidad y la madre superiora le había enseñado bien. Estaba preparada o eso creía ella porque cuando Angus McMurray, el futuro Laird fue a buscarla, empezó a sentir cosas por él que la tomaron por sorpresa.