#1 Mi Duquesa Española
Desde la muerte de sus padres, para Alejandra la vida giraba en torno a sus dos hermanos, Roberto y Teresa. Lo que no podía imaginar es que el único hombre en el que jamás pensaría posar sus ojos sería el único que despertaría sentimientos desconocidos. Ella era ajena a su mundo y no deseaba formar parte de él, pero al mismo tiempo era incapaz de ignorar lo que él despertaba y le hacía desear.
Admirado por sus pares y deseado por las mujeres, el duque de Chester era un hombre acostumbrado a conseguir lo que deseaba. Lo que no esperaba era que esa joven con la que tropezaron una mañana mientras auxiliaban a un par de pilluelos de los alrededores de la propiedad ducal, fuese a ser su destino, un destino al que no se opondría ni resistiría bien era cierto que tampoco esperaba que la joven que sería su destino resultase una joven terca, demasiado inteligente para su bien y, sobre todo, sin deseo alguno de convertirse en duquesa, en su duquesa.

#2 Mi Condesa Irlandesa
Lord Lucas, conde de Cornelly había pasado de ser uno de los cuatro condes del apocalipsis, tildados como unos seductores irredentos, a ser la presa a abatir por toda matrona y debutante de las islas y todo porque su primo Sebastian, duque de Chester y cabeza de toda la familia, había contraído matrimonio con "su duquesa española" abriendo, al parecer, a los ojos de la sociedad y muy especialmente de todas las damas casaderas, la veda sobre él y sus cuatro primos, todos ellos cabezas de título. Y sin duda, él era el siguiente en la línea, cosa que detestaba más allá de lo imaginable. Huía de las debutantes como si fueren la peste por lo que la atracción que sentía por la pupila del duque de Sucre empezó a tornarse incontrolable por mucho que se dijese a sí mismo y a los demás que él no estaba listo ni para desposarse ni para asumir ese papel que, antes que él, había adoptado Sebastian de caballero atado y cazado.
Tras varios años viajando por el continente en compañía de su madre, tras la muerte de su padre, lady Ashton, hija del vizconde de Brocher, lo que menos deseaba era regresar a Inglaterra con el único fin de ser presentada en sociedad y, con ello, comenzar con el que a ella se le antojaba un ritual tortuoso para las jóvenes, lucir como perfectas damas con el único fin de poder encontrar esposo. Lo que no esperaba es que ese conde que primero lograba enervarla y después aturdirla, acabaría conquistándola por mucho que se resistiese y por muy terca que se mostrase, especialmente porque tenía la habilidad de aguijonearla y con ello llevarla por el camino que él quería marcar.
Sí, el destino a veces predetermina lo que ni siquiera sus protagonistas parecen dispuestos a aceptar.